domingo, 6 de septiembre de 2009

C...

Mi último carrito me lo regalaron en cuarto grado, pero ya no me hizo tanta gracia. Hace mucho tiempo que ya solo eran un adorno en mi cuarto, mi mente ahora se veía inundada por nuevas ideas y pensamientos que antes ocupaban los Moto ratones y los Halcones Galácticos.

Aun me acuerdo de esa pequeña buseta blanca o “patineta” como les decía mi madrina. Ella y yo sentados en la parte de atrás mientras sus dos abuelos parecían tan distantes en los asientos delanteros. Solo hablábamos y reíamos, ya fuera de que hoy se había caído María o de cómo se había equivocado Daniel en una respuesta fácil.

Cuando mi madre me dijo que iba a seguir viajando en ese feo vehículo, pensé que el regreso a mi casa de la escuela iba a ser muy aburrido, pero ella con su risa tímida ilumino cada día que yo tenía que trasladarme sobre esas pequeñas cuatro llantas.

Al principio te veía como una amiga, quizás no teníamos los mismos intereses, yo hablaba de la mejenga contra sexto y ella de alguna amiga que le gustaba Enrique. Yo era muy inocente, nunca me había gustado ninguna, a todos mis compañeros les gustaba la misma pero yo aun solo pensaba en inocentes juegos.

Pero poco a poco me fui dando cuenta que ella era diferente, me reía de cualquier idiotez que nos pasaba juntos, desde un hueco en la calle que nos hacía para atrás hasta de la vez que chocamos la cabeza al agacharnos a buscar el lápiz con olor a naranja que ella llevaba.

Hasta que un día me di cuenta, ella me gustaba, pero ¿Por qué? No era ni la más bonita ni la más popular. Yo no sabía que me gustaba de ella, quizás era su piel blanca, o su lacio pelo negro, pero algo en mi mente cambio el disco de amiga a la primera persona que me gustaba.

Pasaron dos meses y muchos viajes a mi casa cuando el destino hizo que nos tocara en el mismo grupo para hacer un trabajo. Fuimos a la casa de Sofía, hicimos el trabajo, comimos pizza, usamos el teléfono para hacer bromas y cuando ya no teníamos nada que hacer surgió la idea de que todos nos contáramos quien nos gustaba.

Formamos un circulo y alguien sugirió la idea de lo hiciéramos como en teléfono chocho, el primero que tuvo que decir fue Mauricio, uno a uno fueron diciéndose al oído a quien le gustaba el primero. Luego le toco a Sofía, a ninguno de los dos les había tocado tan difícil como a mí ya que sus escogidos no estaban allí. Pero a me había tocado difícil ella estaba sentada al otro lado del circulo junto a Mauricio.

Podía mentir y decir el nombre de la más bonita del grupo, podía quedarme callado, pero no ya era mi turno y junte el valor de no de dónde y le dije a Carlos en el oído el nombre de aquella de la buseta blanca.

Carlos nada mas rió y se lo dijo a Daniela, esta se lo dijo al siguiente, y esta a la que seguía Andrea. Andrea dijo que no que fijo el anterior lo había cambiado pero él aseguro que no. Entonces poco a poco se acerco a ella, las dos cada vez estaban más cerca y mi corazón de escolar latía descontroladamente.

Pensaba como iría a reaccionar ella, le gustare yo, y ¿si no le gusto?, no debí haberlo dicho, fijo no le gusto, ¿y si le gusto?, que van a decir todos cuando sepan. ¡Qué tonto, jamás debí haberle dicho!

Y cuando ya mi mano derecha no tenia uñas la boca de Andrea se abrió, inhalo aire y dijo: “C…”

2 comentarios:

  1. maeeeeeeeeee lo puedo matar... termine la historia o le paso un virus y denuncion su fb y su blog... y su existencia!!!

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  2. jajaja no es mas chiva que ud se imagine el final?

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