martes, 6 de octubre de 2009

Cuatro paredes y yo.

En mi cuarto no hay fotos. No es que no me gusten, quisiera tener, pero al menos por ahora no sé de ninguna que pueda poner.


En mi cuarto no hay adornos. No me gustan, soy muy torpe y siento que no durarían pero ni una semana.


En mi cuarto no hay lámparas. No me gusta que me iluminen de cerca, me provoca una sensación de que me están observando…que no me puedo esconder en la oscuridad.


En mi cuarto no hay objetos redondos. Su perfección y poca estabilidad podría provocar que yo pierda la mía.


Tampoco hay nada blanco por temor a mancharlo y no poder recuperar esa pureza. Ni hay nada negro, porque atrapa la poca luz que da la luna y esta es la única fuente lumínica que tengo en las noches.


En mi cuarto no hay sillas. Estar sentado no es una opción, o estoy de pie pensando o acostado tratando de no pensar.


Y cuando me acuesto no puedo ver la puerta, y eso me gusta. Entre quien entre en este momento no me interesa, ni tampoco quien salga, yo sigo tratando de no pensar.


En mi cuarto no hay espejos. Allí no me gusta verme, allí no soy yo y a mí me asusta la persona que me podría observar al otro lado de una de estas superficies vidriosas.


Hay muchas almohadas, para alivianar los golpes…para recostar la cabeza y jugar a que no pienso (espero alguna vez lograr dejar de pensar).


En mi cuarto cabrían muchas cosas, desde un estante de libros para tratar de escapar a otra realidad hasta un piano que produzca notas mentirosas.


Cabría mucha gente, desde Gennaro Gattuso hasta Sarah Palin. Podría entrar el señor presidente Oscar Arias, Calderón, Don Ottón o la conserje que ayudó a partir nuestro pie de limón.


Pero yo no abro la puerta.


No me gusta que vean lo que hay adentro aún cuando no hay nada que no quiera que vean.


Y me gusta apagar la luz e imaginarme que solo estás vos aunque yo no te pueda ver.


Me gustaría que vos me dijeras qué crees que hace falta entre esas cuatro paredes.

3 comentarios: