martes, 22 de noviembre de 2011

Nadar.


Antes solo me quejaba de lo fuerte de la corriente. Veía la otra orilla y quería estar allí.


No creía ser tan fuerte como para salir de esa tierra seca e infértil.


Poco a poco moría de hambre y mi piel ya estaba gastada por el cruel sol.


Antes solo me quejaba de lo fuerte de la corriente. Veía la otra orilla y ...


Un día nublado vi otro hombre que luchaba contra la corriente. Era más pequeño y sus brazos más cortos pero no se cansaba.


En sus ojos se reflejaba el árbol más alto al otro lado del río.


Antes solo me quejaba de lo fuerte de la corriente...


Llovía pero vi dos mujeres que se enfrentaban al flujo del agua. Sus delgadas piernas se movían al unísono con dirección a la otra orilla.


De pronto vi que no eran solo dos mujeres, eran más personas que agitaban el agua con cada movimiento de sus brazos y piernas.


Antes...


Hoy hay rayería, pero he entrado al río. Solo quiero nadar. No sé si algún día llegaremos a la otra orilla pero sé que nuestros brazos se vuelven más fuertes con cada brazada.


Solo quiero nadar, no importa si muero en el intento. Solo quiero nadar porque vi en ellos que quedarse sentado quejandose no lleva a ningún lado.

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